LENGUAJE Y SOCIEDAD EN ROBINSON CRUSOE, DE DANIEL DEFOE, Y GULLIVER’S TRAVELS, DE JONATHAN SWIFT. UN ACERCAMIENTO LEVISTRAUSSIANO A LA UTOPÍA
de Tamara Agazzi[1]
Partamos de una premisa. El lenguaje solo puede formarse socialmente: «solo entre los hombres es algo» y «solo como factor social será una realidad», dirá Fritz Mauthner (2001: 56, 45). Este carácter indisociable del vínculo lenguaje/sociedad no puede sino adquirir especial relevancia en las formas de escritura utópica, en tanto figuraciones (lingüísticas) de sociedad, en tanto —como las define Max Horkheimer— «sueño[s] del orden social verdadero y justo» (cit. por Neusüss, 1971: 11, 14) y, sobre todo, en tanto uno de los códigos de los que se sirve el pensamiento para asir, ordenar, la realidad[2]. Más allá de las clasificaciones, la utopía, considerada desde el lenguaje, permite preguntarse por todo un abanico de cuestiones: entre ellas, el vínculo entre lenguaje y visión de mundo; el problema de la comunicación lingüística con el otro; la relación entre lenguaje y colonización; el modo en que se institucionaliza el discurso sobre el otro; la forma en que el «sueño del orden social verdadero y justo» funciona semánticamente como «negación crítica de la época existente» (Neusüss, 1971: 25), como «rechazo de la realidad social» (Davis, 1985: 21).
La propuesta de este texto es analizar la manera en que leyeron este vínculo lenguaje/sociedad las escrituras utópicas de la literatura inglesa de la primera mitad del siglo xviii: un momento atravesado, sacudido, por las consecuencias de la Revolución inglesa y la Revolución Gloriosa, el colapso del feudalismo, las disensiones religiosas y las transformaciones que darían lugar a la Revolución Industrial. Para ello, se tomarán dos novelas paradigmáticas de la época: Robinson Crusoe [1719], de Daniel Defoe, y Gulliver’s Travels [1726], de Jonathan Swift. La pregunta que guía la selección de este corpus es por qué dos novelas entre cuyas publicaciones median tan solo siete años y cuyos autores son hombres —diría Lévi-Strauss— tan «próximos por el hábitat, la historia y la cultura» (1968: 11), nacidos en el mismo tiempo y lugar, envueltos ambos por las mismas circunstancias históricas, producen configuraciones utópicas y derivaciones del vínculo lenguaje/sociedad tan diversas, y hasta opuestas, en tanto tensionan hacia direcciones contrarias el «experimento» (Neusüss, 1971: 65) de sociedad. Con ellas asistimos, en efecto, al pasaje de la experiencia de la ausencia de sociedad, a la experiencia de múltiples formas de sociedad; del «my self» o interiorización de la propia lengua, al aprendizaje de diversas lenguas y cosmovisiones; del problema de cómo comunicarse con algo, cómo sostener un lenguaje en ausencia de todo interlocutor humano, al problema de cómo comunicarse con el otro y en la lengua del otro; de la colonización lingüística (del espacio primero y, más tarde, del otro), al interés por la lengua del otro como modo de acceso a su cosmovisión y la posibilidad (o no) de traducción entre lenguas; de la perfectibilidad del hombre, a la humanidad perdida. Formas diferentes de entender el lenguaje, formas diferentes de leer la sociedad de su tiempo, formas diferentes de proyectar el futuro. Mi hipótesis es que estas diferencias, estas manifestaciones opuestas del pensamiento utópico nacidas del mismo contexto, no debilitan el concepto de utopía, sino que lo conforman, lo constituyen, al tiempo que exhiben sus alcances. Considerando el problema de la utopía a partir de una mirada levistraussiana, el pensamiento utópico se construye en oposiciones, y estas oposiciones, que dificultan la definición estable del concepto de utopía —así lo atestiguan, entre otros, Davis (1985) y Neusüss (1971)—, son inherentes al pensamiento utópico mismo en tanto código de interpretación de la realidad, esto es, en tanto forma de lenguaje. Continuar leyendo «UN ACERCAMIENTO LEVISTRAUSSIANO A LA UTOPÍA»
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