Utopías inglesas del siglo XVIII

tapaLibro.jpgLa Cátedra de Literatura Inglesa (UBA) se complace en anunciar la publicación del volumen Utopías inglesas del siglo XVIII. Construcciones imaginarias del estado moderno: selección de textos y comentarios críticos, editado por Editores Argentinos.

Este libro reúne una serie de escritos utópicos traducidos por primera vez al español y es el resultado final del proyecto de investigación acreditado por la Universidad de Buenos Aires: “Configuraciones utópicas en la Inglaterra del siglo XVIII” (UBACyT 20020120200060BA01).

Con diez introducciones que comentan los aspectos más relevantes de los textos, y un minucioso trabajo de notas, los investigadores y traductores que colaboran en este libro indagan sobre las transformaciones en las imágenes y en las narraciones que marcaron el género utópico en obras que operan bajo la influencia de las ideas filosóficas de la Ilustración. Han colaborado en el volumen María Inés Castagnino, Noelia Fernández, Martín González, Marcelo Lara, Cecilia Lasa, Lucas Margarit, Elina Montes, Ezequiel Rivas y Ramiro Vilar.

Presentación del libro: lunes 31 de octubre a las 19:00 horas en el aula 108 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. ¡Los esperamos!


A continuación el índice del libro, comentado por los investigadores a cargo de cada traducción:

  • pp. 27-101  – El consolidador, o memorias de diferentes sucesos ocurridos en el mundo de la Luna. Traducido del idioma lunario por el autor de Un inglés auténtico [1705], de Daniel Defoe.

elina2El protagonista del escrito de Daniel Defoe es un representante de la burguesía mercantil inglesa, un individuo para el cual la vasta extensión de la Tierra (y luego de la Luna) se presenta como un atractivo reto para la explotación comercial intensiva a través de las innumerables rutas mercantiles y sus inmensas oportunidades. A la vez, el desembarco del viajero en territorio lunar abre el espacio para considerar la imagen de los terráqueos en un espejo invertido deudor del gesto lucianesco, que recuerda la utopía de Joseph Hall Un mundo distinto pero igual; este recurso admite la crítica mordaz a los debates políticos de la Inglaterra contemporánea al autor. (Introducción, traducción y notas: Elina Montes)


  • pp. 103-149 – La isla del contento: o un nuevo paraíso descubierto [1709], de autor anónimo

lucas_fotoSe trata de una utopía publicada a principios del siglo XVIII, período inicial y de pasaje hacia el Iluminismo en el ámbito de la cultura inglesa. Considerar este período de transición implicará, entre otras cuestiones, evaluar el temor por la inestabilidad de la corona ya sea por motivos religiosos como por la confrontación con enemigos externos, como Francia, problemática presente en Inglaterra desde el reinado de Enrique VIII. La isla del contento se publicó durante el período de gobierno de la reina Ana Estuardo, sobrina de Carlos II, monarca de la Restauración en Inglaterra luego de la República de Cromwell (1649–1660). La preocupación por la estabilidad monárquica es un aspecto central en la obra y se refleja en la defensa de una monarquía absolutista, como garante de la felicidad y de la paz de sus súbditos. (Introducción, traducción y notas: Lucas Margarit)


  • pp. 151-195 – Una descripción de Nueva Atenas en la Tierra Incógnita Austral [1720], de autor anónimo

rivas_fotoUna descripción de Nueva Atenas, de autor anónimo, ofrece al lector del siglo XVIII una relación entre los modelos utópicos de la antigüedad clásica y bíblica y aspectos que conciernen la educación y su función en el programa utópico. Además, como elemento innovador, esta utopía suma una reflexión  crítica y estética de la actividad teatral londinense. Así, Una descripción de Nueva Atenas se presenta como una poliutopía o utopía crítica, un texto que permite contrastar una pluralidad de modelos sociales  sin ofrecer una solución utópica satisfactoria. Es esta crítica la que le permite tomar conciencia de las limitaciones del modelo, utilizando al mismo tiempo los discursos del Iluminismo sobre el progreso, la razón, la reforma y la sociabilidad. (Introducción, traducción y notas: Ezequiel Rivas)


  • pp. 197-307 – Un viaje a Cacklogallinia con una descripción de la religión, política, costumbres y hábitos de este país [1727], de Samuel Brunt.

inex_foto«Un viaje a Cacklogallinia» puede parecer, como título para este relato publicado originalmente en 1727, por lo menos limitado. Su protagonista no visita únicamente un país ficticio habitado por gallináceos gigantescos. Su llegada allí es consecuencia de su estadía previa en la colonia inglesa de Jamaica, donde es testigo de hostilidades atroces entre amos y esclavos fugitivos. Y su partida desde allí lo conduce a la Luna, donde el relato propone la fantasía de un orden perfecto constituido por almas puras. Como punto medio entre estos extremos de conflicto y paz, la sociedad cacklogalliniana ofrece un reflejo satírico de la sociedad inglesa de la época del texto, distanciado por el extrañamiento de la animalidad y la escala de sus habitantes. (Introd. María Inés Castagnino; traducción y notas M.I. Castagnino y E. Rivas)


  • pp. 309-347 – La capacidad y el alcance del entendimiento humano; Ejemplificado en el caso extraordinario de Automathes [1745], de John Kirby

rami_fotoLa Historia de Automathes de John Kirkby (1745) narra las aventuras de un monje que ha naufragado en la imaginaria isla de Soteria, donde conoce a Automathes, joven que se ha criado en la soledad total de la naturaleza. La historia le permite a Kirkby argumentar el modo en que el hombre desarrolla su conocimiento a partir del contacto con la naturaleza, que le “enseña” gradualmente el orden del mundo y las nociones metafísicas del alma y de Dios. Esta utopía del hombre natural escenifica los amplios debates de los siglos XVII y XVIII sobre el desarrollo del conocimiento humano, pero también las tensiones entre fe, razón y experiencia que atraviesan toda la filosofía occidental. (Introducción, traducción y notas: Ramiro Vilar)


  • pp. 349-419 – Un relato acerca del primer asentamiento de los Cessares [1764], de James Burgh

marcelo_fotoNueve demoradas cartas firmadas por el señor Vander Neck navegan desde la Patagonia hacia Europa narrando el decidido abandono de Holanda de una selecta escansión social -unas pocas familias serias, honestas y trabajadoras-, y su llegada a distantes tierras, para escapar de la pobreza y del sufrimiento que los acosaba, y para construir un asentamiento en la lejanía del mundo, donde poner en marcha una recta política de gobierno de las conductas a fuerza de tempranas enseñanzas morales, y de la estricta vigilancia de todo aquello que merodeaba la sombra de la sinrazón. De este modo, asistiremos a la reconstrucción de una forma de vida simple y de buen comportamiento en la que el trabajo será la medida del hombre. (Introducción, traducción y notas: Marcelo Lara)

  • pp. 421-459 – Suplemento a la historia de Robinson Crusoe [1781], de Thomas Spence .

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Es probable que “el viejo y glorioso Tom Spence”, tal y como lo caracterizaba Friederich Engels, ostente el curioso título de ser el autor inglés que más utopías publicó durante el siglo XVIII. En no menos de cinco oportunidades, Spence se embarcó viajes literarios que lo llevaron a imaginar comunidades políticas fundadas en la propiedad comunitaria de la tierra, administrada para asegurar el sustento de todos los individuos. El Suplemento a la historia de Robinson Crusoe tiene la particularidad de ser la primera de esta serie de utopías, en la que el autor no sólo demuestra las características de su visión comunitaria, sino que, además, reinterpreta el legado robinsoniano en la clave política del radicalismo inglés de fin de siglo. (Introducción, traducción y notas: Martín González)


  • pp. 461-542 – La República de la Razón [1795], de William Hodgson

noelia_fotoLa República de la razón, de William Hodgson -autor radical fuertemente influido por el espíritu de la Revolución Francesa-, propone, para la nación inglesa, una importante reforma política y social. En medio de un contexto que demandaba, sin duda, cambios profundos en los sistemas tradicionales de gobierno y los vínculos entre las clases, la obra impulsa, entre otras reformas, la abolición de la pena capital, un fuerte control popular sobre los distintos estamentos del Estado y una nueva visión de las relaciones entre los sexos que se adelantó, inclusive, a las posteriores demandas por la igualdad entre hombres y mujeres.  La República de la razón fue escrita, además, cuando Hodgson se hallaba detenido en la prisión de Newgate. (Introducción, traducción y notas: Noelia Fernández)


  • pp. 543-577 – Crónica sobre los gigantes recientemente descubiertos [1798], de Horacio Walpole

cecilia_fotoLa expansión colonial inglesa en el siglo XVIII ofrece un doble desafío para la producción de ficción. Por un lado, la relación con lo que resulta ajeno y extraño permite al observador europeo volcar la mirada sobre sí y, por otro, alimenta la imaginación utópica. Estos dos aspectos confluyen en Crónica de los gigantes recientemente descubiertos, de Horatio Walpole, en una escritura que no solo tematiza la experiencia colonial, sino que la desarrolla a nivel formal con procedimientos de la literatura a la que el propio Walpole da origen: la ficción gótica. Lo gótico se presenta en su utopía como principio de composición ficcional para abordar las ansiedades políticas, económicas y culturales de la Inglaterra dieciochesca.  (Introducción, traducción y notas: Cecilia Lasa)


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Ficha técnica

Título: Utopías del siglo XVIII. Construcciones imaginarias del estado moderno: selección de textos y comentarios críticos.

Autores: Lucas Margarit y Elina Montes (comps.)
Género: Ensayo. Traducción
PÁG: 578
PVP: $480
ISBN: 978-987-3876-07-3
Formato: 21 x 14 cm
Disponible en las siguientes librerías de CABA y La Plata: Arcadia, Atenea, BiblosBuchin, de la Cambana, Gambito de Alfil, Guadalquivir, Hernández, Paidos, Proeme (Norte), Rayuela, Siberia

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(Re)construcciones de lo utópico en Huxley, Orwell y Ballard

(Re)construcciones de lo utópico en Un mundo feliz, de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell y Rascacielos, de James Graham Ballard.
por Juan Volpe [1]

01dc-d392-489c-88ff-8c20d477fc36Tanto la literatura utópica clásica, con Tomás Moro y Francis Bacon a la cabeza, como el género de literatura de viajes, con ejemplos como Daniel Defoe y Jonathan Swift, ponen a la cuestión espacial en un lugar privilegiado. En esos viajes a islas separadas del mundo civilizado y el encuentro con lo extraño, lo ajeno, lo otro, es donde se gesta la utopía como modelo de sociedad ideal anclado a un espacio y un tiempo determinado. La utopía pensada como isla que convive con el mundo (continental) de los hombres, aislada, autorregulada, cerrada sobre sí misma, contiene el secreto cuidadosamente escondido de la organización social perfecta.

            El desencanto provocado por el fracaso de los proyectos revolucionarios europeos: la Revolución Francesa de 1789 y luego la Revolución Rusa de 1917, sumado a las revoluciones científicas y culturales, más el escenario de la Primera Guerra Mundial y su inminente secuela, fueron claves para la irrupción de una nueva visión sobre la utopía, en clave negativa y pesimista: la distopía o utopía negativa que dominó durante la primera mitad del siglo XX. No se trata ya de imaginar sociedades ideales, sino retratar los peligros subyacentes a la perfección. El llamado “giro distópico” también produce un cambio en la manera de representar el espacio en esta literatura: el mundo se convierte en el espacio de la utopía, ahora materializada de manera negativa. Ya no hay que emprender un viaje a una isla lejana para descubrir un mundo nuevo y ajeno: el mundo entero es nuevo y ajeno. Hay también una distancia temporal entre el mundo real y el mundo distópico: el tiempo de la distopía es el futuro; la utopía, en cambio, convive en el presente. En este sentido, uno podría preguntarse si en la literatura utópica, o más bien en la concepción utópica del espacio, hay una semilla o una huella que nos permita entender el cambio, el giro, hacia la distopía.

highrisefeatSiguiendo la estela de Nosotros (1921), la obra del escritor soviético Evgueni Zamiatin, novelistas como Aldous Huxley (Un mundo feliz), George Orwell (1984) y James Graham Ballard (Rascacielos) plantean mundos y espacios donde la utopía se materializa de manera negativa en estados totalitarios o comunidades unidas por la violencia. El panorama presentado en estas ficciones es desolador: libertades individuales cercenadas en pos de un beneficio comunal, la transformación del individuo en un engranaje de la maquinaria social y el desarrollo de la ciencia como herramienta de control y organización.

Pero, a pesar de las condiciones adversas presentadas por estos nuevos mundos y espacios distópicos, la utopía parece resistir y subsiste en los márgenes, manifestándose en espacios físicos, simbólicos, mentales, imaginarios e incluso sensoriales. La Casa Antigua que visita D-503 en Nosotros, el Malpaís de John y Linda y el faro al que el Salvaje se exilia en Un mundo feliz, también la pequeña habitación de la tienda de antigüedades en 1984 y el gigantesco edificio diseñado por Anthony Royal en Rascacielos se manifiestan como espacios de resistencia de lo utópico y comparten determinadas características: son espacios cerrados, pequeños e inmersos en un mundo que los incluye pero también los censura y/o prohíbe. Además, el pensamiento utópico se manifiesta en la temporalidad: es una vuelta a un tiempo pasado, olvidado y machacado; un tiempo mejor. Esta vuelta nostálgica a un pasado mejor es un elemento constitutivo de estos espacios utópicos. Entonces, el propósito de este trabajo consta en analizar esta serie de espacios de resistencia de lo utópico e indagar en las relaciones que estos espacios entablan con el mundo que los rodea y los cobija. Continuar leyendo «(Re)construcciones de lo utópico en Huxley, Orwell y Ballard»

Hacia la Luna. Sociedades perfectas y espejos deformados: de Godwin a Defoe

de Elina Montes (UBA)[1]

telescopeEntre las dos obras a las que me voy a referir media algo menos de un siglo. Las vincula, de un modo si se quiere más superficial y evidente, el tratamiento de determinados motivos en torno al viaje hacia el espacio exterior; y son, en definitiva, esos motivos los que vuelven más notorias aquellas transformaciones radicales que –desde diferentes ámbitos de la especulación científica y filosófica de sus respectivas épocas–  animan y explican toda producción literaria. Me refiero aquí especialmente a El hombre en la Luna, de Francis Godwin (editado en 1638) y El consolidador, de Daniel Defoe (1705). En un libro publicado recientemente, How many moons does the Earth have? The ultimate science quiz, Brian Clegg hace un brevísimo repaso de los hitos principales de la literatura occidental respecto del imaginario lunar, en diálogo con otros motivos de la producción humanística y teológico-científica. Se menciona, en primer lugar, la luna en Luciano de Samosata quien, como seguramente sepan, en Historias verdaderas, es el primero en vislumbrar un ascenso celeste como parte de un propósito de desacralización de los espacios sobrenaturales evocados en la épica homérica, de las empresas heroicas y de las especulaciones eruditas, como la física aristotélica, por ejemplo, o los registros historiográficos más respetados. Hacia principios del siglo XVII, anota Clegg, el campo intelectual de la modernidad inglesa temprana conoce la empresa acometida por el obispo anglicano Francis Godwin que, sin abandonar el tono cómico de su ilustre antecesor, se deja seducir –a un tiempo– por las ensoñaciones de Kepler, de Copérnico, de Galileo y de Wilkins, quienes se atrevían a describir un cosmos que albergaba otros mundos habitados. Pocos años más tarde, asoma el fantástico relato de Cyrano de Bergerac (1657), que extiende el viaje fantástico hasta el mundo solar, retomando algunos motivos de Luciano y otros, por supuesto, de Godwin. Daniel Defoe también utiliza el viaje espacial –a comienzos del siglo XVIII, aunque no figura en el listado de Clegg– como un motivo que le permite, de manera más incisiva y desencantada que la de su predecesor, reiterar el gesto de Godwin pero con una intencionalidad que claramente lo diferencia tanto de este último como de la que emprende su contemporáneo, Jonathan Swift, con Gulliver’s Travels.

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