La relación con la alteridad, de Moro a Defoe: los sentidos en juego.

por Jésica Szyszlican[1]

La alteridad es un tema que atraviesa todo el programa de la materia Literatura Inglesa correspondiente a la cursada 2015. Para abordarlo, he decidido realizar un recorrido por un elenco de textos estudiados en función de los conceptos de modalidad semiótica y modalidad simbólica de Julia Kristeva (1981). Ella entiende al primero como aquel que se abre a los juegos con el sentido, multiplicándolo y diversificándolo, desplazándose hacia el carácter lúdico del lenguaje a través de las repeticiones y el ritmo. El segundo refleja, por el contrario, la disposición para expresar, calificar y concluir, fijando el sentido. A esta luz, propongo que a partir del siglo XX la relación con la alteridad se construye desde la modalidad semiótica: la disolución de las fronteras del yo abre la posibilidad de unión con lo otro. Esta apertura constituye una diferencia radical con respecto a obras anteriores en las que hay una clara tendencia a la modalidad simbólica en la relación con la alteridad, en cuanto se busca fijar su sentido desde los parámetros del viajero. Sin embargo, intentaré demostrar que, incluso en la modalidad simbólica, toda relación con lo otro implica un desvío hacia lo semiótico.

railroad-tracksParto del concepto de “zona de contacto” de Mary Louise Pratt, que “pone en primer plano las dimensiones interactivas e imprevistas de los encuentros coloniales” (2011: 34). En consideración de tales aspectos, podemos enfocarnos en las mutuas y dinámicas interpretaciones que hacen tanto el conquistador como el conquistado de la presencia del otro. En este sentido, es interesante observar qué apropiación realiza el conquistado respecto de la cosmovisión conquistadora, y si resulta en una relegitimación de la misma o, por el contrario, se muestra como potencialmente contraria y alternativa.

En La Tempestad, de William Shakespeare, la relación entre Calibán y Próspero es sumamente compleja. Por un lado, Calibán se constituye como un personaje trágico y también grotesco, puesto que, como comprende Kott (1969), es simultáneamente rey, monstruo y hombre en tanto habla un lenguaje humano. En este punto, el lenguaje que Calibán ha aprendido de Próspero es esencial para constituirlo sujeto, ya que solo a partir de las palabras logra pensarse a sí mismo y a su alrededor. Si entendemos que la realidad es inaccesible sin artificio (solo con lenguaje podemos nombrarnos y nombrar el mundo), podemos decir que Calibán logra apropiarse de la naturaleza. Así, su relación con ella pasa a ser una técnica: “…te mostré / Todas las cualidades de aquí, las fuentes frescas / y los pozos salobres, lo estéril y lo fértil” (I, 2). Próspero hace uso de esta técnica al someter a Calibán a la esclavitud. En este sentido, el lenguaje aparece como elemento útil al proyecto colonialista: si bien permite la subjetivación del otro, lo construye en términos de subordinación, opresión e incluso de propiedad, como observamos en los dichos finales de Próspero: “A este ser de tinieblas lo reconozco mío” (V, 1). A su vez, Calibán parece legitimar tal aseveración hacia el final de la pieza, parece haber “aprendido la lección”: “seré juicioso de aquí en más / para caerte en gracia” (V, 1).

Sin embargo, el proyecto colonialista no es tan cerrado. La zona de contacto genera resquicios, puesto que en el dinamismo del encuentro con un sujeto-otro siempre hay un plano de incertidumbre. La apropiación del lenguaje que hace Calibán puede considerarse “inversa”, en cuanto le permite maldecir a su amo, y también crear su propia “música”, con la cual logra mostrar una visión muy bella y compleja de la isla: “No temas; la isla está toda llena de ruidos, / sonidos, dulces aires, que agradan y no dañan / a veces el tañido de un millar de instrumentos / me zumba en los oídos, y otras veces son voces…” (III, 2). A su vez, intenta derrocar a Próspero poniéndose al servicio de Trínculo y Estéfano, lo cual sorprende al protagonista. Kott considera que esta acción es la “segunda derrota” de Próspero, ya que no logra predecirla al subestimar a Calibán y su práctica educativa. Continuar leyendo «La relación con la alteridad, de Moro a Defoe: los sentidos en juego.»

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El discurso religioso y sus desplazamientos en Kempe, Bacon y Defoe

El discurso religioso y sus desplazamientos en Kempe, Bacon y Defoe
de Manuel Eloy Fernández[1]

El presente trabajo tiene como objetivo precisar el funcionamiento del discurso religioso en El libro de Margery Kempe, en la Nueva Atlántida, de Francis Bacon y en Vida de Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. El análisis comparado de estos textos revela cambios en la presentación de lo religioso que son de interés en relación a su contexto histórico.

Sta. Catalina y sus demonios. Artista desconocido, 1500 ca.

Antes de analizar el discurso religioso en El libro de Margery Kempe, es preciso hacer una aclaración respecto al rol de la mujer en la Baja Edad Media. Señala Jacques Le Goff que se trata de una categoría al margen, y que se define a partir de su valor como “esposa, viuda o virgen“(Le Goff, 1990: 31).  Así, se observa como característica una fuerte imposición sobre el cuerpo de la mujer, que es “víctima de las constricciones que el parentesco y la familia le impusieron mucho tiempo” (Ibíd.:31-32). Mientras que una minoría de las vírgenes podía tener acceso al convento, esposas y viudas se hallaban relegadas a su rol materno, fundamental en la estructura familiar y económica medieval.

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La travesía de la palabra: aspectos de la relación entre viaje, relato y conocimiento

por Soledad Arienza[1]

La relación entre viaje, conocimiento y relato puede rastrearse a lo largo de diversos textos literarios que tematizan precisamente las condiciones a partir de las cuales una travesía puede ser narrada. En La nueva Atlántida (1627), Francis Bacon pone de manifiesto las posibilidades de la palabra a la hora de transmitir conocimiento acerca de los viajes: “Y aunque el viajero que visita un país extraño aprender mucho más mediante la vista que el que permanece en la patria y escucha el relato de aquel, sin embargo, ambos métodos son suficientes para alcanzar un conocimiento mutuo” (Bacon, 2015: 7). Aquí se estaría planteando que, si bien la experiencia del viaje es intransferible, el relato que el sujeto viajero puede hacer de ese viaje no es desdeñable: sirve como vehículo de conocimiento para plasmar las experiencias que ha vivido a lo largo de su travesía.

Aquí discutiremos con la cita de Bacon para explorar hasta qué punto los relatos pueden dar cuenta de la experiencia del viaje. Plantearemos que aquellos pueden perseguir objetivos que son distintos a los del viaje que los motivó y sostendremos que, al ser una traducción lingüística de una experiencia, pueden diferir en contenidos y, por lo tanto, aportar un conocimiento que se desvía de aquel que quiere proporcionar el viaje original. Recorreremos un corpus de textos que incluye: el prólogo general a los Cuentos de Canterbury (s. XIV), de Geoffrey Chaucer; el texto utópico La isla de los Pines (1668), de Henry Neville; una selección de los relatos de viaje de James Cook (s. XVIII) y de Charles Darwin (s. XIX) y la novela Una historia del mundo en diez capítulos y medio (1989) de Julian Barnes. Continuar leyendo «La travesía de la palabra: aspectos de la relación entre viaje, relato y conocimiento»

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