por Abril Barboza[1]
Introducción
En The Sleeper and the Spindle de Neil Gaiman y “The Lady of the House of Love” de Angela Carter hay un orden de las cosas representado por el tiempo estancado. Es un tiempo que se opone al lineal, el cual propone una cronología con pasado, presente y futuro, porque el tiempo estancado supone la suspensión en un único punto donde la cronología se confunde. El tiempo lineal implica avance y proyección al futuro, mientras que el tiempo estancado es la repetición prolongada sin variantes de la misma situación; no tiene comienzo, ni final, sino que todo “es” de manera eterna en el mismo tiempo y lugar. El orden de las cosas de estas historias, que remite a los cuentos infantiles y a un orden de lo fantástico, va a estar representado por este tiempo en particular. Sin embargo, de manera distinta en cada texto, este tiempo estancado acabará por quebrar el orden de las cosas inicial: exigirá, por lo tanto, una resolución. Será el sueño como deseo de las protagonistas el que provea esta resolución, al superar las barreras que lo retienen al ámbito de los sueños, para insertarse en la realidad, modificar el orden de las cosas y erigir uno nuevo.
En esta exposición, explicaré de qué modo el tiempo estancado influye y crea el orden de las cosas en cada historia, su relación con los cuentos infantiles y cómo es que este orden se quiebra; luego, el modo en que aparece el sueño como deseo, íntimamente relacionado con las identidades conflictivas de las protagonistas, radicadas en el poder que tienen, y de qué manera ese deseo se relaciona con sus realidades; finalmente, cómo el deseo irrumpe en esa realidad para modificarla y establecer un nuevo orden de las cosas. La bibliografía utilizada es Fantasy: literatura y subversión de Rosemary Jackson, y el capítulo “Los sueños” en La interpretación de los sueños de Sigmund Freud.
Orden de las cosas previo
Para una mejor comprensión de la exposición, resumiré brevemente los órdenes de las cosas previos a sus quiebres que hay en cada texto. En “The Lady of the House of Love”, la historia sucede en un pueblo abandonado, donde se encuentra el castillo deteriorado de la reina de los vampiros. Vive atrapada en la misma rutina, representada por las cartas de Tarot que siempre le muestran el mismo futuro. Tal como explica el narrador, “And she is herself a cave full of echoes, she is a system of repetitions, she is a closed circuit”[2] (2015, p. 118). Es la heredera de Nosferatu, condenada a vivir una existencia que no desea y que, sin embargo, repite sin variación alguna: todos los días mezcla sus cartas de Tarot, que le muestran “[…] wisdom, death, dissolution”[3] (2015, p. 120), y espera a que hombres jóvenes se acerquen a su castillo para matarlos y comerlos porque su instinto y hambre así se lo exigen. Pareciera ser que no tiene otro futuro posible, por lo que está atrapada en esta identidad, como un “circuito cerrado”, y en este tiempo estancado hasta la eternidad.
En The Sleeper and the Spindle, la historia se sitúa en un mundo donde hay magia: los enanos conviven con los humanos, y se comenta sobre la existencia de brujas y hadas. La protagonista es la reina de Kanselaire, un reino separado del de Dorimar por medio de una cadena de montañas que ningún humano puede cruzar. Se está por casar, a pesar de no quiere, y considera que su futuro ya está predeterminado: “in a week from now, she would have no choices. She would reign over her people. She would have children. Perhaps she would die in childbirth, perhaps she would die as an old woman, or in a battle […]”[4] (2019, p. 14). Cree que casarse con un príncipe, a pesar de que no lo desea, es su deber como reina, y no vislumbra otro futuro posible para ella.
Influencia del tiempo estancado
En “The Lady of the House of Love”, la suspensión del tiempo logra un efecto fantástico y un juego entre los dos mundos: el sobrenatural y el racional, el cuento de hadas y el real. Jackson explica que una característica que se asocia al fantasy literario “[…] es su obstinado rechazo a las definiciones prevalecientes de lo ‘real’ o lo ‘posible’, un rechazo que por momentos se convierte en violenta oposición” (1986, p. 12). Este rechazo a lo “real” aparece constantemente en este cuento cuando se introduce al segundo personaje, el varón, en el momento que ingresa al castillo y, en consecuencia, a un orden de las cosas distinto al habitual. Ingresa a un lugar donde confluyen el presente y el pasado; está atrapado en un castillo arruinado, obsoleto, con una joven que oscila entre la vida y la muerte, y que está atormentada por sus antepasados que continúan viviendo a través y en ella. Un limbo de esta magnitud y con esta cantidad de elementos no parecería posible y, sin embargo, lo es en este castillo. El varón mismo reconoce que está entrando a otro orden de las cosas cuando el narrador cuenta, en el momento en que la criada guarda su bicicleta, que “he felt a certain involuntary sinking of the heart to see his beautiful two-wheeled symbol of rationality vanish into the dark entrails of the mansion”[5] (2015, p. 124). El varón asocia este castillo de aspecto lúgubre con los cuentos infantiles, particularmente con las historias de fantasmas que lo asustaban de pequeño. En Fantasy, Jackson cita a Beer, quien explica que en la historia de fantasmas “lo ficcional ocupa lugar en lo cotidiano, ocupa espacio, y esta usurpación del espacio por parte de lo inmaterial es uno de los terrores más profundos” (1986, p. 69). El varón al principio tiene miedo, pero se recuerda que “[…] he was no child, now, to be frigthened by his own fancies”[6] (2015, p. 124). Lo postulado por Beer no sucede porque hay una diferencia fundamental: en “The Lady of the House of Love”, el varón es un joven a un paso de ser un adulto, por lo que se recuerda que, lógicamente, los fantasmas no existen. Esa falta de miedo devenida en racionalidad será la que quebrará este tiempo estancado; será el elemento disruptivo para este orden de las cosas fantástico donde se confunden los tiempos.

En The Sleeper and the Spindle, en cambio, no observamos esta oposición de racionalidad-fantasía porque el orden del mundo de esta historia es una fantasía: específicamente, un cuento de hadas. En términos de Jackson, estamos ante una narrativa maravillosa, propia de dicho género[7]. Esto se puede ver en el “método de despertar” (el beso), en los personajes (reinas, princesas y brujas), en el espacio (castillo), entre otros. Los hechos están distanciados en el pasado, situados en una época donde hay reinas, caballeros que buscan rescatar a la princesa y duendes que conviven con los humanos. Sin embargo, si bien este es el orden de las cosas, está quebrado, del mismo modo que el varón en “The Lady of the House of Love” quebrará el de la condesa. Esto se visualiza en el tiempo estancado, representado por la existencia de una bruja de muchos años que permanece joven y una joven princesa que está completamente envejecida, y por gente que duerme durante el día y no despierta. El elemento disruptivo en esta historia es la peste del sueño, tal como se puede vislumbrar cuando la bruja declara “I undid the ravages of time”[8] (2019, p. 52), o en el diálogo entre uno de los duendes y una de las personas del pub, donde se deja en claro que esto no es normal. “What is there to be afraid of in sleep? It’s just sleep. We all do it”[9] pregunta el duende, a lo que recibe como respuesta: “Well, go on. Go and look for yourselves”[10] (2019, p. 18). Cuando la reina y los duendes emprenden su aventura para resolver este problema, efectivamente miran y encuentran una escena anormal: gente completamente dormida, cubierta de telarañas como si se trataran de muebles abandonados por años, incapaces de despertarse y, sin embargo, actuando en contra de su voluntad. Son un ejército de personas dormidas, que se mueven sin abrir los ojos y sin ser conscientes de sus acciones y palabras.
Mujeres con una identidad conflictiva
Este orden quebrado, consecuentemente, requiere de una resolución. Tal como está previsto en la hipótesis, las agentes de ese cambio serán las protagonistas. En ambas historias son mujeres que tienen una relación conflictiva con su identidad a causa del poder y el deseo que tienen. En “The Lady of the House of Love”, es la condesa que “[…] possesses all the haunted forests and mysterious habitations of his vast domain; she is the hereditary commandant of the army of shadows […]”[11] (2015, p. 119). En The Sleeper and the Spindle, es la reina de Kanselaire. Sin embargo, este poder que tienen presenta conflictos con sus identidades. En “The Lady of the House of Love”, la condesa rechaza vehementemente su identidad, no quiere el poder que tiene, sino que manifiesta una “[…] horrible reluctance for the role”[12] (2015, p. 120). Activamente está tratando de complotar contra el rol que se le asignó: “she loathes the food she eats; she would have liked to take the rabbits home with her, feed them on lettuce, pet them […] but hunger always overcomes her”[13] (2015, p. 121). En The Sleeper and the Spindle, en cambio, no se trata de un rechazo del poder, sino de sus limitaciones. Si bien la protagonista es una reina, no puede reclamar su identidad y hacerla enteramente suya porque está a pocos días de concretar un matrimonio, un suceso que ella, con todo su poder, no parece poder evitar, a pesar de que no lo desea.
Deseos no compatibles con la realidad
Al estar disconformes con su identidad, al no querer ese rol que se les asignó, naturalmente desean otra cosa: desean otra identidad. El conflicto reside en que ambas tienen deseos no compatibles con sus realidades. En Fantasy, Jackson dedica el segundo capítulo al psicoanálisis, porque “si se parte de las teorías freudianas de lo siniestro y sus teorías de la constitución del sujeto humano, es posible entender el fantástico moderno como una literatura preocupada por el deseo inconsciente, y relacionar este deseo al orden cultural” (1986, p. 62). En ambos cuentos tenemos un deseo que no es compatible con el orden cultural en el que están inscriptos: en “The Lady of the House of Love”, la heredera de Nosferatu desea ser humana, y en The Sleeper and the Spindle, la reina desea estar libre de su matrimonio político.
Siguiendo la teoría del psicoanálisis, Freud en el ensayo “Los sueños” de La interpretación de los sueños explica que estos se producen a partir de las ideas latentes: de los deseos y de lo vivido durante la vida diurna. Explica que hay distintos tipos de sueños y diferencia principalmente los infantiles y los de los adultos a partir del modo en que se expresa el deseo. La idea en común que hay detrás de estos dos tipos de sueños es que el deseo que no puede cumplirse en la vida diurna -sea porque otra persona lo imposibilita o, más gravemente aun, porque las reglas del mundo lo prohíben- se cumplirá en el ámbito de los sueños. La única influencia que tendrá la vida diurna es que proveerá el material para el ámbito de los sueños, pero nunca el caso inverso porque son deseos que, como explica Jackson, no son compatibles con el orden cultural.
En los cuentos se presenta este tipo de deseo, pero -y esta es la clave- será en un orden de las cosas quebrado. Para que la teoría de Freud funcione, es necesaria una división entre el sueño y el mundo diurno. Sin embargo, en The Sleeper and the Spindle tal división no existe a causa de la plaga del sueño: dado que la gente duerme y nunca despierta, nunca regresan al mundo diurno. En “The Lady of the House of Love”, la condesa vive como si estuviera soñando, y “in her dream, she would like to be human”[14] (2015, p. 120). El deseo de la condesa, que debería pertenecer al ámbito de los sueños, que debería estar reprimido porque está soñando con algo que no debería desear, se cuela en su vida diurna, en su realidad, y rompe así con esta división. Hay una tensión entre el deseo y la realidad porque el deseo pertenece al ámbito de los sueños, pero la condesa está atrapada en un limbo: está despierta al mismo tiempo que está soñando. Esto remite una vez más al estancamiento del tiempo: se trata de un orden de las cosas donde lo que nos parece imposible -como el pasado y el presente confluyendo en un mismo punto-, resulta posible. Este estancamiento supone un limbo que será fundamental para el siguiente y último punto: la realización de ese deseo no en el ámbito de los sueños, sino en la vida diurna.

Deseo como resolución
El deseo en estas historias no permanece en el terreno de los sueños o el inconsciente, como plantearía Freud, sino que traspasa esos límites y tiene un impacto en la realidad narrada. En The Sleeper and the Spindle esa modificación se hace visible durante la noche, con la oscuridad, y en “The Lady of the House of Love” durante el día, con la luz.
En The Sleeper and the Spindle, uno de los duendes le dice a la reina “if any of you big people can stay awake, it’s you”[15] (2019, p. 20). Es posible interpretarlo como una afirmación de que es una mujer poderosa, capaz de enfrentarse a lo que se avecina, pero también como una aseveración de que posee la fortaleza mental para lograr la trasposición de su deseo reprimido desde el ámbito de los sueños hasta la realidad. Cuando se acercan al castillo, con la plaga del sueño completamente extendida, el narrador cuenta: “If they walked towards it their heads fogged, their minds frayed, their spirits fell, their thoughts clouded. The moment they turned away they woke up into the world, felt brighter, saner, wiser”[16] (2019, p. 40). La idea de que la mente se les nublaría remite a lo que sucede durante el sueño: como explica Freud, los sueños “(…) se nos muestran incoherentes, embrollados y faltos de sentido” (1976, p. 27) porque “(…) encierra(n) fragmentos inconexos de cuadros visuales, discursos y hasta trozos de ideas no transformados” (1976, p. 41). Desde esta perspectiva, se entiende que cuando soñamos surge una mezcla de ideas latentes; solamente cuando despertamos volvemos a la claridad, al sentido que conocemos y, en muchos casos, a la realidad en la que esos deseos “imposibles” o “prohibidos” que se cumplieron en nuestros sueños, nunca fueron concretados. En el cuento, sin embargo, la reina continúa caminando y cruza esa barrera: cruza un límite que no debería estar cruzando y, por ende, lo rompe. Su deseo cambia su realidad, tal como se comprueba al final de la historia. Es durante la noche -que hasta ese entonces había sido una amenaza porque representaba el riesgo de caer dormido y, en consecuencia, bajo el efecto de la plaga- que la reina toma una decisión: no volver a su reino, no casarse con su prometido y, en cambio, elegir su propio camino o, más acertado aun, cumplir su deseo.
En “The Lady of the House of Love”, el deseo de la condesa se cumple gracias al varón y al amor que trae consigo. En ella nace un amor romántico idealizado, representado por la carta “Les Amoreux”, y en él un amor fraternal, porque cuando la ve piensa que le gustaría tomarla entre sus brazos y protegerla. Cuando la condesa se lastima, el varón ve su herida y piensa que le gustaría “[…] kiss it better for her, as her mother, had she lived, would have done”[17] (2015, p. 133). Es en presencia del varón que la condesa se vuelve humana: “she kneels among the broken glass and watches the bright bead of blood form a drop. She has never seen her own blood before, not her own blood. It exercises upon her an awed fascination”[18] (2015, p. 133). Su deseo, finalmente, se cumple, y las consecuencias de esto, a diferencia de The Sleeper and the Spindle, suceden durante el día. Hasta ese punto de la historia, la condesa había estado asociada con la oscuridad y con un castillo en las mismas condiciones porque la luz era perjudicial para ella. Sin embargo, cuando ingresa el varón, ingresa la luz. En la escena en que la criada ilumina la cara del varón con un farol, la condesa grita y se echa hacia atrás, como si realmente la hubiera alumbrado el sol. Al día siguiente de que la condesa se convierta en humana, el varón descubre la luz del sol en la habitación y, esta vez sí, literalmente, le alumbra a la condesa que “in death, she looked far older, less beatiful and so, for the first time, fully human”[19] (2015, p. 135). La luz ilumina dos hechos fundamentales e intrínsecamente relacionados: la efectiva realización del deseo de la condesa -convertirse en humana- y, en consecuencia, la prueba indudable de que el orden de las cosas fue modificado.
Conclusión
En conclusión, es posible proponer, tanto para The Sleeper and the Spindle como para “The Lady of the House of Love”, una lectura centrada en el deseo femenino. Las historias se asemejan por las protagonistas que tienen: reinas con una identidad conflictiva porque están impuestas por un otro. Estas mujeres están condicionadas por el orden de las cosas en el que viven, más específicamente, por las expectativas de ese mundo. Se ven condenadas a una vida con un final ya predeterminado y un patrón imposible de cambiar: la reina de The Sleeper and the Spindle piensa que su deber es casarse con el príncipe y ya se imagina cómo será su muerte, mientras que la condesa de “The lady of house of love” es un joven perdida, una cáscara vacía a través de la cual sus antepasados viven de una manera que ella no desea, y cuyas cartas de Tarot le prometen siempre el mismo final.
El mundo les dice que su deseo no está permitido y al principio ellas aceptan esta idea, relegándolo al ámbito de los sueños. Están resignadas porque no ven una escapatoria, no conocen otro orden de las cosas, y no son capaces -o no se permiten imaginar- una realidad distinta. Sin embargo, cuando el orden de las cosas se ve quebrado, esa salida y posibilidad que se negaban de repente aparece ante sus ojos. La pregunta surge: si el orden de las cosas se quebró, ¿por qué habría que restaurarlo tal cual cómo era?
En ese sentido también subvierten el género fantástico en el que sus historias están insertas: no son cuentos de hadas típicos, con el final esperado -ese mismo que ambas mujeres declaraban al principio de sus historias, o el que el lector podría esperar, guiándose por la costumbre nacida de lecturas pasadas-, sino que son cuentos de hadas en los que las mujeres realmente se vuelven protagonistas y el deseo que tienen no se reprime o mitiga, sino que es la principal arma que usan para lograr esta subversión. Tal como piensa la reina de The Sleeper and the Spindle, cuando se enfrenta a la bruja, “learning how to be strong, to feel her own emotions and not another’s, had been hard; but once you learned the trick of it, you did not forget”[20] (2019, p. 59). Cuando el orden de sus mundos peligra y se quiebra, proponen uno nuevo; uno en función de sus emociones y no las de los otros, tal como lo declara la reina de Kanselaire. Recrean el mundo que hasta ese momento las había excluido y reclaman la identidad que quieren; recuperan el control sobre sus vidas y reescriben su final, esta vez no según las expectativas de otros, sino en función del deseo propio.
Bibliografía
CARTER, Angela. (2015). “The Lady of the House of Love”, en The Bloody Chamber. New York: Penguin Books.
FREUD, Sigmund (1976). “Los sueños”, en La interpretación de los sueños. Argentina: Círculo de Lectores.
GAIMAN, Neil. (2019). The Sleeper and the Spindle. Great Britain: Bloomsbury.
Jackson, Rosmary. (1986). Fantasy. Literatura y subversión. Buenos Aires: Catálogos.
[1] Abril Barboza es alumna avanzada de la carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y el siguiente trabajo es una versión extendida del final que presentó para la materia “Literatura Inglesa” en septiembre del 2022. Contacto: abruu.barboza@gmail.com
[2] “Y ella misma es una cueva llena de ecos, un sistema de repeticiones, un circuito cerrado”. Esta y todas las siguientes traducciones son propias.
[3] “[…] sabiduría, muerte y disolución”.
[4] “en una semana a partir de ahora, ella ya no tendrá elecciones. Gobernará a su gente. Tendrá hijos. Tal vez muera durante el parto, tal vez muera como una mujer vieja, o en una batalla […]”.
[5] “sintió un cierto encogimiento del corazón al ver que su precioso símbolo de racionalidad de dos ruedas se desvanecía en las oscuras entrañas de la mansión”.
[6] “[…] no era ningún niño, ahora, para asustarse de sus propias fantasías”.
[7] Sin embargo, no se trata de un cuento de hadas típico porque, tal como se demuestra en este trabajo, el deseo modifica el orden de las cosas. La principal diferencia estará en los finales, desarrollados en la sección “Deseo como resolución”, y en la conclusión.
[8] “Deshice los estragos del tiempo”.
[9] “¿Qué hay para temerle al sueño? Es simplemente sueño. Todos lo hacemos”.
[10] “Bien, vaya. Vaya y mirelo por su cuenta”.
[11] “[…] posee todos los bosques embrujados y las moradas misteriosas de su vasto dominio; ella por herencia es la comandante del ejército de las sombras […]”
[12] “[…] horrible renuencia para cumplir su rol”.
[13] “ella detesta la comida que come; le gustaría llevar consigo a los conejos a su casa, darles de comer lechuga, cuidarlos […] pero siempre sucumbe a su hambre”.
[14] “En su sueño, le gustaría ser humana”.
[15] “si alguna de ustedes, las personas grandes, podría mantenerse despierta, serías tú”.
[16] “Si caminaban hacia esa dirección sus cabezas se nublaban, sus mentes se deshilachaban, sus espíritus caían, sus pensamientos se oscurecían. En el momento que se dieron vuelta, se despertaron al mundo, se sintieron más brillantes, más cuerdos, más sabios”.
[17] “[…] darle un beso, como su madre, de haber estado viva, lo hubiera hecho”.
[18] “Se arrodilla entre el vidrio roto y mira la brillante perla roja de sangre caer en forma de gota. Nunca había visto su propia sangre, no su propia sangre. Ejerce sobre ella una fascinación asombrosa”.
[19] “En la muerte, se veía mucho más vieja, menos bella y por eso, por primera vez, completamente humana”.
[20] “aprender cómo ser fuerte, sentir sus propias emociones y no las de otros, había sido difícil; pero una vez que aprendes el truco, no te olvidas”.